A pocos días de recibir a nuestro hermano el
Papa Francisco en nuestro país, estamos ansiosos por vivir este acontecimiento
eclesial. Ahora bien, son varias las reacciones que colorean esta visita papal:
alegría, esperanza, contradicción, cuestionamiento e indiferencia. Pienso que
todas las reacciones tienen en algún grado algo que revelarnos y enseñarnos,
por lo que, quedarnos solo con lo positivo que provoca la visita del Santo
Padre, puede enceguecernos con respecto a la realidad, con respecto al sentir
del pueblo de Dios, con respecto al Sensus fidei. Por eso, debemos reconocer
que en ambientes eclesiales y extraeclesiales ha resonado con fuerza la
cantidad monetaria para financiar la visita, ha provocado ruido la lógica
utilizada para organizar la visita papal, y ha producido contradicción la
elección selectiva y excluyente de algunos sectores eclesiales para coordinar
la visita.
Hace unas semanas atrás, en torno a la mesa, un
grupo de frailes franciscanos conversábamos sobre la visita papal y el aporte
de la intuición franciscana para nuestra iglesia de hoy, decidiendo en ese
momento organizar una experiencia juvenil llamada “Letrán” para orar, celebrar
y pensar nuestro ser iglesia joven desde la espiritualidad franciscana. Y esto
porque pareciera que el pobrecillo de Asís, Francisco, siguiera gritando en
tantos hermanos de nuestra iglesia, que anhelan otro modo de ser y hacer
iglesia. Estos hermanos gritan: “el amor no es amado”… la sencillez y pobreza
no es amada, los pobres no son amados, la fraternidad no es amada, etc. Digo lo
anterior porque los pobres, los pueblos originarios, los migrantes y los
hermanos que practican la piedad popular no pueden ser sólo en nuestro modo de
construir iglesia, la carta de presentación, sino que deben comenzar a ser
agentes pastorales vivos que construyen activamente iglesia.
Cuando hablo de “carta de presentación” me
refiero a que lo importante en esta lógica esta en el producto que se quiere
mostrar y vender. Es la lógica mercantil que, podríamos decir, naturalmente ha
permeado las estructuras y criterios eclesiales. En esta lógica sabemos que
siempre quedan afuera los más desfavorecidos. A mi parecer, pienso que sectores
importantes de la iglesia construyen iglesia desde esta lógica, alejándonos de
la gente, y provocando en ellos contradicción.
Por su parte, Francisco de Asís, tuvo dos
lógicas que traspasaron su vida integralmente: la pobreza y la fraternidad. Con
respecto a la pobreza, el abajamiento del Señor es contemplado en la humildad
de Cristo en Belén, en la Eucaristía y en la cruz. Por tanto, Francisco de Asís
desde este horizonte teológico, construye iglesia desde la periferia,
identificándose con los leprosos desplazados de su tiempo, pues Cristo se ha
identificado con los pequeños. Asimismo, uno de los gestos más elocuentes en la
vida de Francisco, es el momento en que se despoja de los bienes de su padre en
la plaza de Asís, y más tarde al escuchar el evangelio se desprende del
cinturón de eremita que llevaba en su cintura. Con estos dos gestos, el hermano
Francisco, renuncia a todo status social y religioso. Quiere vivir desplazado y
anónimo, pero desde el evangelio totalmente elocuente. Francisco es el hombre
que renunció a los privilegios, y esto lo hizo como respuesta al amor, pues
para él la pobreza se hizo camino de bienaventuranza y libertad.
Con respecto a la fraternidad, Francisco al
recibir a los hermanos en la naciente orden religiosa invitaba a todos a
realizar el mismo gesto, esto es, renunciar a los bienes y dárselo a los
pobres. Esto lo debían hacer letrados e iletrados, pobres y ricos. En otras
palabras, Francisco propone una cierta nivelación, pues para él, todos son ante
todo hermanos, no queriendo para la fraternidad títulos de superior, abad o
prior, sino solo “hermano”. Esta propuesta la realiza en medio de una sociedad
totalmente estratificada, en donde unos eran considerados y otros simplemente
excluidos. De esta manera, la fraternidad para Francisco de Asís, es un modo
concreto de construir iglesia, en donde cada persona (hermano o hermana) con su
talento particular puede ayudar a edificar la iglesia perfecta querida por
Jesús. En este estilo de ser y hacer iglesia no hay privilegiados y excluidos
sino todos hermanos con diversidad de servicios.
Pienso que la intuición franciscana nos
conmueve y desafía. Nos conmueve porque es el llamado que hemos recibido como
franciscanos a vivir en la periferia y el anonimato, incluso eclesial. Por lo que,
estamos llamados a renunciar al estatus social y religioso como camino
evangélico. Pero también nos desafía porque sin pretender polemizar o criticar,
este llamado es por sí mismo profecía evangélica, que al ser vivido anuncia a
la iglesia y a toda la sociedad al Dios hecho pequeño que ha venido a “enaltecer a los humildes”. Esto debe llevar a la iglesia a una conversión personal y pastoral.
Papa Francisco, te damos fraternalmente la
bienvenida a nuestro país, queremos ir a tu encuentro como lo hizo en 1209
Francisco de Asís al encontrarse con Inocencio III, para que también tú nos
confirmes en la fe, y nos sigas animando en el camino de la minoridad, la
fraternidad y la pobreza evangélica. Ayúdanos a reconstruir “una
iglesia pobre y para los pobres”, según el querer que Dios ha puesto en tu corazón.
Fray Luis Cisternas Aguirre, ofm.
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