La Piedad Popular en la Tirana impresiona, emociona y renueva

“La fiesta de la Virgen del Carmen de la Tirana, la Chinita”





Este año tuve la suerte de vivir una de las celebraciones religiosas más importantes del norte grande, a saber, la celebración de la Virgen del Carmen de La Tirana y si bien algo sabía sobre ella, debo reconocer que mis expectativas fueron superadas por la realidad; y es que la fiesta en honor a la querida Carmelita  sin duda que impresiona, emociona y renueva la fe.

Impresiona porque La Tirana, un pueblo en medio de la pampa del Tamarugal, se llena de colores y sonidos de los fieles bailarines que no cesan de rendir tributo a la querida Chinita, así como de peregrinos fieles, turistas y comerciantes, que más allá del interés que los lleva a desplazarse a La Tirana, reconocen la importancia de la figura de la Virgen del Carmen.

Emociona por la devoción general que se respira y vivencia en cada peregrino que camina para llegar al santuario pagando su manda; en cada cuerpo de baile que con esfuerzo llega año tras año a La Tirana, que pese al cansancio se ofrece en cuerpo y alma a la Virgen y que vive su año calendario de Julio a Julio; en cada familia que hace un paréntesis en su vida cotidiana y migra a La Tirana a encontrarse con la Chinita, tal como lo vienen haciendo sus seres queridos desde hace algún tiempo; así como en cada asistente a “vísperas”, que al llegar el esperado 16 de Julio canta con fervor y desde el corazón “Carmelita del consuelo, madre de misericordia muéstranos el rostro dulce y tierno de Dios” u  otros cantos tan propios de la celebración a la Virgen.

Y renueva la fe por el tipo de devoción presenciada, ya que la devoción a la Virgen tiene su fundamento en la piedad popular, de esa madre que acoge a todos sus humildes y sencillos hijos de la pampa, con los brazos extendidos, como se refleja en el lanzamiento de las cintas coloridas de la misa del 16 de Julio. Así también, por la historia de esfuerzo y fe de los asistentes a esta hermosa celebración y por el carácter festivo que acompaña cada momento vivido, que llaman a experimentar la fe con alegría, dicha y esperanza, pese a las dificultades que se vayan presentando en el camino, puesto que la Chinita, como buena madre, siempre nos albergará en nuestras caídas.

Luego de terminada la fiesta, y especialmente ahora, ya instalada nuevamente en el agitado Santiago, no puedo menos que agradecer la acogida de todas las personas que se hicieron presente en estos días, así como soñar qué sería de la sociedad, si al modo que se vivencia en La Tirana pudiésemos celebrar la puesta en práctica de valores como el amor y la paz, entre tantos otros, que más allá del credo, religión o estilo de vida escogido nos hicieran vibrar y poner de nuestra parte, gratuitamente e independientemente del cansancio que ello signifique, haciendo posible un ambiente de respeto y tolerancia, que nos encamine hacia una sociedad más justa, acogedora y fraterna.

Marioly Torres.


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